En su visita a Cuba, el Papa Francisco animó a los responsables políticos "a continuar avanzando por el camino del diálogo y a desarrollar toda su potencialidad como prueba del alto servicio que están llamados a prestar en favor de la paz y del bienestar de sus pueblos y de toda América y de ejemplo de reconciliación para el mundo entero. El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de tercera guerra mundial por etapas que estamos viviendo".

Ante la ruptura social la reconciliación abre la posibilidad de diálogo, encuentro y paz. La vida del cristiano, desde el Evangelio, está marcada por una constante invitación a vivir el perdón. Uno de los ejemplos clave para comprender la vivencia de la reconciliación es la comunidad ecuménica de Taizé; comunidad que nace precisamente en un contexto de guerra, se convierte en una parábola de reconciliación y un referente de unidad.

Para adentrarse en la vivencia de la reconciliación que nos comparten, basta conocer su historia y sirve leer algunas palabras de su fundador, el hermano Roger Schutz:

“¿Por qué es esencial la reconciliación de los cristianos? Porque hará que seamos consecuentes con el Dios de amor, de ser coherentes con el Evangelio. Si construimos una comunión, crece la confianza. Puede que la reconciliación de los cristianos sea un fermento de paz para todos, creyentes o no.”

Ante un tejido social desquebrajado en nuestra sociedad Mexicana, las palabras del hoy prior de la comunidad, Hermano Alois, en su visita a nuestro país en 2014, nos hacen un fuerte llamado a hacer posible el perdón:

“Creer en el perdón nos hace más libres para discernir nuestras propias faltas, así como las injusticias a nuestro alrededor y en el mundo. Como cada persona, las sociedades humanas tampoco pueden vivir sin el perdón. En América Latina y en muchos otros países del mundo las heridas de la historia dejan profundas cicatrices y marcan durante generaciones las conciencias y las mentalidades. Pero las humillaciones padecidas no tienen por qué conducir necesariamente a la violencia. Pueden ser curadas, no por la victoria de unos sobre otros, sino cuando los corazones dejan espacio al respeto de la dignidad de los demás.”

Las palabras han tomado vida en la comunidad de Taizé, como las han tomado en el ministerio de Francisco, pero para conseguir una sociedad armónica, necesitamos que se hagan vida en cada creyente y en cada persona de buena voluntad.

Karen Castillo. Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC-Académica)