Los obispos de México saludamos con amor al pueblo de esta gran nación, expresando a todos nuestros mejores deseos para el nuevo año que ha comenzado, y que la Iglesia ha iniciado pidiendo la intercesión de María Santísima para que nos obtenga de Dios el don de la paz en este 2016. Este año será muy especial para muchos mexicanos, ya que en el mes de febrero tendremos la dicha de recibir al Papa Francisco, como Misionero de misericordia y paz.

La confianza en la ayuda de María comenzó en los primeros siglos del cristianismo, basándose sobre todo en el milagro que Jesús realizó en Caná de Galilea por su intervención, como relata el Evangelio según san Juan (cf. 2, 1-12). De esta devoción mariana da cuenta el Protoevangelio de Santiago, un escrito apócrifo del siglo II. Con el Concilio de Éfeso (431), la veneración a la Madre de Dios encontró su lugar adecuado y creció mucho en el culto cristiano. En México, esta veneración ha tenido una especial expresión en Santa María de Guadalupe, cuya aparición en el cerro del Tepeyac en 1531 ha sido decisiva en la evangelización de toda América.

El Santuario del Tepeyac, en el que se conserva la imagen de la Virgen estampada milagrosamente en la tilma del indio san Juan Diego, es desde el siglo XVI meta de peregrinos procedentes no sólo de la nación Mexicana sino también de todo el continente Americano y de diversas partes del mundo. Así, tan sólo el 12 de diciembre de 2015 acudieron 5 millones 537 mil peregrinos a la Basílica de Guadalupe.

El 13 de febrero por la tarde, un ilustre peregrino, el Papa Francisco, llegará también al Santuario del Tepeyac para celebrar su primera Misa en México, y poner en manos de la Virgen el Jubileo de la Misericordia, como él mismo lo expresó el pasado 12 de diciembre: “A Ella le pedimos que este año jubilar sea una siembra de amor misericordioso en el corazón de las personas, las familias y las naciones. Que nos siga repitiendo: 'No tengas miedo, ¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre? Madre de misericordia'”.

Poco antes de las 5:00 de la tarde, tras saludar a los fieles en el atrio y en la Plaza Mariana, el Santo Padre arribará a la antigua Basílica (hoy Templo expiatorio de Cristo Rey) donde se revestirá. Luego se dirigirá en procesión a la nueva Basílica, obra del arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez. Ahí presidirá la Santa Misa que será concelebrada por varios obispos y sacerdotes, y en la que participarán fieles de toda la República Mexicana. Un momento muy significativo tendrá lugar cuando el Papa ofrezca a la Guadalupana una corona. Al término de la celebración, el Santo Padre visitará el “camarín” donde se guarda la venerada imagen de la Virgen de Guadalupe, y permanecerá en oración por un rato.

El trayecto desde su residencia en la Nunciatura Apostólica a la Basílica y el retorno se realizará en Papamóvil, por lo que muchas personas tendrán la oportunidad de ver al Santo Padre y recibir su bendición durante los 32 kilómetros que recorrerá (16 de ida y 16 de vuelta).

Ponemos en manos de la Madre de Guadalupe los preparativos que se están realizando para recibir en nuestro México al Misionero de misericordia y paz: el Papa Francisco.