“Dime cómo rezas y te diré cómo vives, dime cómo vives y te diré cómo rezas”, mencionó hoy el Santo Padre en la misa con sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados y seminaristas durante su homilía en el Estadio “Venustiano Carranza”, en el estado de Michoacán, donde invitó a los presentes a reflexionar sobre la importancia de la vida consagrada.

Al llegar se detuvo durante un momento a rezar ante la “Virgen María de la Salud”, patrona de la Arquidiócesis de Morelia y del Estado de Michoacán.

Durante la homilía, el Papa Francisco mencionó cómo Jesús quiso introducir a los suyos en el misterio de la Vida, en el misterio de su vida, invitándolos a compartir su vida estando con Él. Dijo que en Jesús la expresión «Padre Nuestro» “no tiene el gustillo de la rutina o de la repetición, al contrario, tiene sabor a vida, a experiencia, a autenticidad. El supo vivir rezando y rezar viviendo, diciendo: «Padre nuestro»”. “¿Qué es la misión sino decir con nuestra vida: «Padre nuestro»?”, añadió más adelante.

“Nuestra primera llamada El Papa Francisco mencionó que cuando los seminaristas le preguntaban cómo tener una oración más profunda él les contestaba: “seguir rezando como te enseñaron en tu casa, y después poco a poco tu oración irá creciendo como tu vida fue creciendo, a rezar se aprende como en la vida Jesús quiso introducir a los suyos en el misterio de la vida, en el misterio de su vida”.

El Sumo Pontífice pidió a los presentes no dejarse caer en la tentación, y preguntó:

La tentación, dijo, se podría resumir en “una de las armas preferidas del demonio, la resignación”. “Una resignación que nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino; una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras sacristías y aparentes seguridades; una resignación que no sólo es a hacer experiencia de ese amor misericordioso del Padre en nuestra vida, en nuestra historia... no queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de la empresa de Dios, porque somos invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza y vive diciendo: «Padre nuestro»”, dijo.

“¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad? ¿Qué tentación podemos tener nosotros una y otra vez, nosotros llamados a la vida consagrada, al presbiterado, al episcopado, que tentación podemos tener frente a todo esto, frente a esta realidad que parece haberse convertido en un sistema inamovible?”. nos impide alabar. Una resignación que no sólo nos impide proyectar, sino que frena para arriesgar y transformar”.

Mencionó que una de las mejores herramientas para esos momentos de tentación es apelar a la memoria así como “mirar la madera de la que fuimos hechos”.

Durante su discurso, agradeció que se le permitiera usar en la misa el báculo y cáliz de Vasco de Quiroga, a quien mencionó como hijo de la tierra de Michoacán, conocido entre ellos como “Tata Vasco”, que en lengua purépecha quiere decir “papá”.

El Papa Francisco resaltó que la realidad injusta que vio este evangelizador lejos de llevarlo a la resignación, movió su fe, vida y compasión para cambiarla. “Tata Vasco” describió a los indios Purépechas como “vendidos, vejados y vagabundos por los mercados, recogiendo las arrebañaduras tiradas por los suelos”

Para finalizar, el Papa pidió a Dios: “No nos dejes caer en la tentación de olvidarnos de nuestros mayores que nos enseñaron con su vida a decir: «Padre nuestro»”.